Bienaventurado san Juan Berchmans,
que en la hora de la muerte quisiste
estrechar en vuestras manos el Crucifijo,
el Rosario y las Reglas, alcánzame,
te lo suplico por la Sangre de Jesucristo,
tal respeto a la ley santa de Dios y
obligaciones de mi estado,
tal devoción a María Santísima,
y tal amor a Cristo Crucificado,
que al morir pueda repetir como vos:
"Estas tres cosas son las que siempre
he amado más en mi vida, y con
ellas en el corazón moriré contento."
Amén.
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