Oh Dios, dispensador de todo bien,
que has reunido en santa Bibiana la
flor de la virginidad y la palma del martirio,
dígnate, por su intercesión, unir nuestros
corazones a Ti con los vínculos de la caridad,
a fin de que, libres de todo peligro del mal,
obtengamos la recompensa de vida eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
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