Oh Dios, que en la gloriosa
transfiguración de Jesucristo
confirmaste los misterios de la fe
con el testimonio de Moisés y de Elías,
y nos hiciste entrever, en la gloria
de tu Hijo, la grandeza de nuestra
definitiva adopción filial.
Haz que escuchemos siempre la voz
de Jesús inmaculado y lleguemos a ser
un día sus coherederos en la gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
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