Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados;
escucha benignamente nuestras súplicas y
derrama la gracia de tu bendición sobre estos siervos
tuyos que van a recibir la ceniza, para que,
fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con
el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual
de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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