Tú, Señor, que concediste a San Adrián
el don de imitar con fidelidad a Cristo
pobre y humilde, concédenos también nosotros,
por intercesión de este santo, la gracia de que,
viviendo fielmente nuestra vocación,
tendamos hacia la perfección que
nos propones en la persona de tu Hijo.
Que vive y reina contigo,
por los siglos de los siglos.
Amén
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