Señor Jesucristo, Tú
que prometiste ensalzar a los humildes
y develar tu sabiduría a los sencillos;
que has querido premiar a Santa Catalina
enriqueciéndola durante su vida con
grandes gracias y honrarla, tras su muerte,
con el honor de los altares; concédenos
venerar a la Medalla Milagrosa que,
por su medio, tu Madre nos ha dado y
tras haber imitado las virtudes de tu
fiel sierva en la tierra, podamos estar con
ella participando de tu gloria en el Cielo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
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