DIA 3
Amemos a María Inmaculada,
porque es nuestra corredentora
porque es nuestra corredentora
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Jaculatoria:
¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
Invocación:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestro socorro y reclamado vuestra asistencia haya sido abandonado de Vos. Con esta confianza a Vos corremos, oh Virgen de las vírgenes; y. gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos postramos a vuestros pies. Oh Madre del Verbo, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
Invocación:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestro socorro y reclamado vuestra asistencia haya sido abandonado de Vos. Con esta confianza a Vos corremos, oh Virgen de las vírgenes; y. gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos postramos a vuestros pies. Oh Madre del Verbo, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
Meditación
En sus confidencias le dijo la Virgen Milagrosa a Sor Catalina: "Acontecerán no pequeñas calamidades. El peligro será grande. Llegará un momento en que todo se creerá perdido... Entonces yo estaré con vosotros: tened confianza…"
Refugiémonos en esta confianza, fuertemente apoyada en las seguridades que de su presencia y de la protección nos da la Virgen de la Medalla Milagrosa. Como Madre de Jesucristo, en el Calvario cooperó con su perseverancia y con sus dolores a la obra de nuestra redención. Por eso, en las horas malas y en los trances difíciles no cesemos de invocarla con fervor: "Madre Milagrosa, ruega por nosotros".
Refugiémonos en esta confianza, fuertemente apoyada en las seguridades que de su presencia y de la protección nos da la Virgen de la Medalla Milagrosa. Como Madre de Jesucristo, en el Calvario cooperó con su perseverancia y con sus dolores a la obra de nuestra redención. Por eso, en las horas malas y en los trances difíciles no cesemos de invocarla con fervor: "Madre Milagrosa, ruega por nosotros".
Medítese lo dicho y con entera confianza en la Santísima Virgen, pídase la gracia particular que se desee obtener mediante su intercesión.
Suplicas
Oh Madre del amor hermoso, purísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, inflama nuestros corazones en el amor divino, para que insensibles a las cosas terrenas, solo suspiren por las celestiales y eternas.
Dios te salve, María, etc.
Oh refugio de pecadores, poderosísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, ten piedad de nuestras culpas y miserias y alcánzanos la gracia de morir antes que pecar.
Dios te salve, María, etc.
Oh puerta del paraíso, dulcísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, concédenos la perseverancia en el bien morir santamente y participar de vuestra gloria en los cielos.
Dios te salve, María, etc.
Ofrecimiento
Oh Milagrosa Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, prosternados a vuestras plantas os encomendamos nuestros corazones, nuestros afectos, nuestros intereses, la salud de nuestros cuerpos, la salvación de nuestras almas, la paz de nuestras familias y el bienestar de nuestro pueblo. Velad por nosotros desde los cielos, apartadnos de todo peligro, endulzad nuestros pesares, santificad nuestros trabajos y colmadnos de vuestras gracias y virtudes, oh siempre Virgen y siempre Madre y siempre buena, María.
V. Oh María sin pecado concebida
R. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
Oración Final
Jesús, Dios nuestro, que quisiste esclarecer a tu bienaventurada Madre, la Virgen María, Inmaculada ya desde su origen, con multitud de milagros: Concédenos que por la invocación constante de su patrocinio consigamos las eternas alegrías del cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: www.devocionario.com
Jesús, Dios nuestro, que quisiste esclarecer a tu bienaventurada Madre, la Virgen María, Inmaculada ya desde su origen, con multitud de milagros: Concédenos que por la invocación constante de su patrocinio consigamos las eternas alegrías del cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: www.devocionario.com
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