Glorioso San Camilo,
que asististe a los enfermos
como si fueran tus hijos, tú,
que eres su celestial Patrono,
protege al hombre que sufre
para que no pierda la esperanza;
ayuda a los buenos samaritanos.
Presenta al Señor nuestras oraciones;
sólo Él puede guardarnos de todo mal,
convertir los dolores de nuestro cuerpo
y la soledad de nuestras almas,
en frutos de alegría y de amor.
Amén.
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