¡Oh dulce Santa Inés!, yo sinceramente imploro
tu
misericordia y me encomiendo a tus oraciones.
¡Oh noble virgen!, que despreciaste
todas las
cosas de la tierra y preferiste el amor de Cristo
a la gloria del
mundo. La diste la bienvenida
a la muerte, mientras los santos ángeles
estaban
esperando tu alma para otorgarte
los placeres del Paraíso, donde, adornada
con
la palma del martirio, llegaste a las bodas
de tu Esposo celestial. Yo también
le busco;
dignate interceder por mí para que El me
conceda la salud de la mente
y del cuerpo,
refrenar las tentaciones del demonio, extinguir
los deseos de la
carne, darme tiempo para
el verdadero arrepentimiento y enmendar mi vida,
concederme el perdón de todos mis pecados,
junto con las gracias para alcanzar
un buen fin
y una muerte feliz.
Amén.
Autor: Tomás de Kempis
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