Inmaculado Corazón de María, el más amable
y compasivo de los corazones después
del de Jesús, trono de las misericordias divinas
a favor de los miserables pecadores,
yo, reconociéndome sumamente necesitado,
acudo a ti en quien el Señor
ha puesto todo el tesoro de sus bondades
con plenísima seguridad de ser por ti socorrido.
Tú eres mi refugio, mi amparo, mi esperanza;
por esto te digo y te diré en todos mis apuros y peligros,
“Dulce corazón de María, se la salvación mía”.
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza
o la espina de la tribulación llague a mi alma,
“Dulce corazón de María se la salvación mía”.
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones
unidos para mi eterna perdición me persigan con sus tentaciones
y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia,
“Dulce corazón de María, se la salvación mía”.
Y en la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso
del que depende mi eternidad cuando se aumenten
las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos,
“Dulce corazón de María se la salvación mía."
Estas gracias espero alcanzar de ti Corazón Inmaculado de María,
a fin de que pueda verte y gozar de Dios en tu compañía
por toda la eternidad en el cielo.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario