Desde su aparición en 1830, a santa Catalina Labouré, la Virgen María, en su advocación de la Inmaculada Concepción de la Medalla Milagrosa, le encarga hacer acuñar una medalla que, en poco tiempo, se difunde entre miles, luego millones de creyentes como la "Medalla Milagrosa". Las gracias que reciben quienes las piden con confianza (fe) y son portadores de la Santa Medalla, ha hecho que su devoción trascienda las fronteras y los milagros se multipliquen por doquier... ¡Gracias Madre Milagrosa!
domingo, 8 de abril de 2012
DOMINGO DE PASCUA DE RESURECCION: "EL TAMBIEN VIO Y CREYO"
Creer en el Resucitado es rebelarnos con todas nuestras fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que sólo han conocido en esta vida miseria, humillación y sufrimientos, queden olvidados para siempre.
Creer en el Resucitado es confiar en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar...
Creer en el Resucitado es acercarnos con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, discapacitados físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión, cansadas de vivir y de luchar. Un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre: "Entra para siempre en el gozo de tu Señor".
Creer en el Resucitado es no resignarnos a que Dios sea para siempre un "Dios oculto" del que no podamos conocer su mirada, su ternura y sus abrazos. Lo encontraremos encarnado para siempre gloriosamente en Jesús.
Creer en el Resucitado es confiar en que nuestros esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no se perderán en el vacío...
Creer en el Resucitado es saber que todo lo que aquí ha quedado a medias, lo que no ha podido ser, lo que hemos estropeado con nuestra torpeza o nuestro pecado, todo alcanzará en Dios su plenitud. Nada se perderá de lo que hemos vivido con amor o a lo que hemos renunciado por amor.
Creer en el Resucitado es esperar que las horas alegres y las experiencias amargas, las "huellas" que hemos dejado en las personas y en las cosas, lo que hemos construido o hemos disfrutado generosamente, quedará transfigurado. Ya no conoceremos la amistad que termina, la fiesta que se acaba ni la despedida que entristece. Dios será todo en todos.
Creer en el Resucitado es creer que un día escucharemos estas increíbles palabras que el libro del Apocalipsis pone en boca de Dios: "Yo soy el origen y el final de todo. Al que tenga sed, yo le daré gratis del manantial del agua de la vida". Ya no habrá muerte ni habrá llanto, no habrá gritos ni fatigas porque todo eso habrá pasado...
(Autor: José Antonio Pagola)
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