martes, 31 de enero de 2012

SANTA MARCELA



Santa Marcela, v. y m.

Etimológicamente significa "fuerte". Viene de la lengua latina.
Hay instantes en la vida que marcan para siempre a las personas. Tal fue el caso de esta chica egipcia, muerta en el año 410.
Tuvo la fortuna de encontrarse nada menos que con san Atanasio, una de las lumbreras más importantes en la historia de la Iglesia. Ella era entonces muy niña. Le encantaba oírle la historia acerca de los ermitaños en el desierto, su forma de vida, su santidad, sus milagros.
Cuando llegó a joven, la madre le obligó a que se casara, pero con tan mala suerte, que se quedó viuda a los siete meses. Tuvo otras proposiciones de boda, mas ella las rehusó.
Ella, para darle sentido a su vida, se reunió con un grupo de amigas que tenían sus encuentros en un lugar de Roma. Todas ellas deseaban vivir en austeridad de vida. Entre estas chicas podemos enumerar a Marcelina, la hermana mayor de san Asmbrosio, Fabiola, Asela, Lea y Paula.
Una de las penitencias que se impuso a sí misma fue abstenerse de beber vino y de comer carne. Dedicaba mucho tiempo a la lectura de libros piadosos, la oración, la visita a los enfermos y pobres, la visita a las iglesias de los apóstoles y de los mártires.
Nunca hablaba con un hombre a solas. Le dio la bienvenida a san Jerónimo cuando llegó a Roma.
Este gran estudioso de la Biblia se quedó con aquel grupo de chicas durante tres años instruyéndolas y llevándolas a una vida devota.
Marcela tenía una inteligencia intuitiva y de mucha capacidad.
Cuando los Godos invadieron la ciudad, sufrió muchas penas. El rey Alarico quiso obligarle a que le dijera dónde tenía escondidos sus tesoros. Ella le respondió que se los había entregado a los pobres. San Jerónimo dijo de ella:<< Fue la gloria de las señoras romanas>>.

¡Bendiciones a quienes lleven este nombre!

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