¡Oh Madre y clementísima Virgen del Santo Rosario!
Vos que plantastes en la Iglesia, por medio de
vuestro privilegiado hijo Santo Domingo, el místico árbol
del Santo Rosario, haz que abracemos todos
tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu;
que aquellas místicas rosas sean en nuestros
labios y corazón, por los pecadores medicina, y
por los justos aumento de la gracia.
Amén.
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