¡Oh Gloriosos padres de María Santísima!, felices abuelos de Jesús, modelos perfectos de casados, y dulces abogados míos, yo me alegro con vosotros de aquel gozo y consuelo que vivistes cuando, después de una larga esterilidad y de fervorosas oraciones, les avisó el Ángel que tendrían a tan Santa Hija.
¡Oh, quién supiera imitar vuestras heroicas virtudes! ¡Quién fuera, como vosotros: frecuente en la oración, compasivo con los pobres, amante de la soledad, sufrido en los trabajos y callado en los improperios!
A lo menos, por las gracias con que los bendijo el cielo para tan eminente dignidad, haciendo siempre la voluntad divina, y venciendo mis pasiones carnales, logre la dicha de gozar de vuestra amable compañía en la gloria eterna.
Se los pido por el amor misericordioso de vuestra bendita Hija, y por los méritos de vuestro Santísimo Nieto Jesús. Amén.
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