Desde su aparición en 1830, a santa Catalina Labouré, la Virgen María, en su advocación de la Inmaculada Concepción de la Medalla Milagrosa, le encarga hacer acuñar una medalla que, en poco tiempo, se difunde entre miles, luego millones de creyentes como la "Medalla Milagrosa". Las gracias que reciben quienes las piden con confianza (fe) y son portadores de la Santa Medalla, ha hecho que su devoción trascienda las fronteras y los milagros se multipliquen por doquier... ¡Gracias Madre Milagrosa!
viernes, 3 de junio de 2011
NOVENA ANTES DE PENTECOSTES
Dentro de pocos días estaremos celebrando la llegada del Espíritu Santo, día importante para nosotros los católicos, porque es una fiesta en la que se cumple, nuevamente, aquella profecía del Emmanuel prometido por Dios, dicha por boca del profeta Isaías como una esperanza que ha guiado nuestro camino a través del tiempo; Dios con nosotros.
Profecía que en la Navidad y en la Pascua se vuelve realidad por medio de Nuestro Señor Jesucristo, que permanece con nosotros en esa presencia única de la Eucaristía. Y ahora, en el día de Pentecostés, esa presencia se hace de nuevo realidad por medio del Espíritu Santo, Dios con nosotros, Dios en nosotros, Dios dentro de nosotros. Hermosa promesa hecha realidad que nos debe dar el valor de vivir nuestro compromiso con Dios. De hacerlo participé en cada momento de nuestras vidas. De sentirnos privilegiados por ser los escogidos del Padre y del Hijo para portar en nuestro corazón al Espíritu de ambos.
Por eso para tener presente tan grandioso día, en el grupo de la Medalla Milagrosa, se ha preparado esta novena que empezaremos a orar el próximo viernes 3 de junio. La novena no toma mucho tiempo orarla, aproximadamente diez minutos, pero nos prepara para estar concientes de la importancia que tiene el Espíritu Santo en nuestras vidas. Procuremos tener un tiempo para dedicarnos a rezarla, con nuestra familia, en nuestra comunidad, con los amigos, nosotros solos antes de acostarnos; dedicarle este momento al Espíritu Santo para que le pidamos que nunca nos deje, que siempre este a nuestro lado, guiándonos, consolándonos y si se puede ayudándonos en las peticiones e intenciones que le presentemos y que serán incluidas dentro de la novena para que todos aquellos que la oren puedan pedir por estas necesidades, además de las propias. De aquí que las peticiones e intenciones se hayan divido de la siguiente forma para agruparlas y sea más fácil tener presente a aquello por lo que pedimos al Espíritu Santo:
Día 1 – Por nuestros hogares (hijos, pareja, hermanos, padres, todos aquellos que vivan bajo el mismo techo que nosotros).
Día 2 – Por nuestra familia (primos, tíos, abuelitos, etc.).
Día 3 – Amigos.
Día 4 – Comunidad (nuestra ciudad, nuestra gente, nuestro país).
Día 5 – Iglesia (nuestra parroquia, nuestra congregación, la Iglesia y el Papa).
Día 6 – Intenciones especiales (cualquier intención o suplica de carácter especial: por ejemplo, la situación que pueda llegar a tener una persona en su salud).
Día 7 – Intención personal (o aquellas peticiones que no pudieron entrar en los días anteriores).
Día 8 – Por las personas de los grupos de oración.
Día 9 – En agradecimiento al Espíritu Santo por escuchar nuestras plegarias.
Cada día presentaremos las intenciones correspondientes, a fin de ofrecerlas a Nuestro Señor, para que nos mande un rayo de su luz de esperanza y encontrar un consuelo en su compañía.
ORACIÓN INICIAL
¡Oh Espíritu Santo! Divinísimo consolador de mi alma, fuego, luz y celestial ardor de los corazones humanos, si es para gloria de vuestra Majestad que yo consiga lo que deseo y pido en este día, dígnate concedérmelo benignamente; y sino dirige mi petición, dándome las gracias que han de ser para vuestra mayor gloria y bien de la salvación de mi alma. Amén.
Ahora cada uno se recogerá interiormente y pedirá la intención de cada día.
Hecha la petición, rezar el Padre Nuestro, el Ave María y tres Gloria Patri en honor de la Santísima Trinidad, y terminar con la oración final para todos los días.
ORACIÓN FINAL
Oh Dios, que has instruido los corazones de los fieles con la ilustración del Espíritu Santo, danos el sentir rectamente con este mismo Espíritu, y gozar siempre de su consolación. Por Jesucristo Señor nuestro, tu Hijo, que vive contigo y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo, y que es Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
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